Cabe la vida entera en un sonero
empezado con lánguido descuido
y, apenas iniciado, ha transcurrido
la infancia, imagen del priemr cuartero.
Llega la juventud con el secreto
de la vida, que pasa inadvertido,
y que se va también, que ya se ha ido,
antes de entrar en el primer terceto.
Maduros, a mirar a ayer tornamos
añorantes y, ansiosos, a mañana,
y así el primer terceto malgastamos.
Y cuando en el terto último entramos,
es para ver con experiencia vana
que se acaba el soneto... Y que nos vamos